Yo quise ser poeta
de esos que tanto asoman
sin importar cómo rimar,
ni el fondo, ni la forma.
Bendita la inocencia
del innato coplero
que se dejó atrapar
a los pies de su amor primero.
Yo quise ser poeta
de vellitos de punta,
labrarme una carrera
a costa de las musas.
Y me olvidé del arte
y de la poesía,
y me olvidé del mensaje
y ya solo era un don nadie
dentro de unas palabras vacías.
Hasta el día en que sonara
esa sonata,
esa... Canción de Cádiz.
Y cambió algo en mi mente
y me olvidé para siempre
de esa vida pobre y frágil.
Bajo el sol de aquella playa
descubrí que me llamaba
un canto azul a la luna
y la musa americana.
Por eso ahora he vuelto
y pido mil perdones de rodillas.
He vuelto
porque ahora he comprendido que mi vida
es esta.
Quién quiera, que me siga en mis historias.
Vuelvo como juntaletras
porque ya sobran poetas
y soy feliz a mi modo,
por fin escribo orgulloso
a mi manera.
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